Y tú, ¿qué sabes acerca de la homosexualidad?
La homosexualidad es y ha sido un tema de intenso debate con una larga historia de desarrollo. A lo largo de esta historia se le ha rechazado en múltiples sociedades, ha sido el b
8 de abril
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Los seres humanos tendemos a categorizar o clasificar. Esto no es nada nuevo: les ponemos una etiqueta a las cosas y las agrupamos con sus semejantes. Las categorías o etiquetas son abstracciones o interpretaciones del mundo que nos rodea, un estilo de pensamiento que va de lo particular a lo general. Son útiles porque logran hacer lo complejo más simple, y son subjetivas porque provienen de una interpretación. Pero ¡ojo!, no son del todo perfectas: podemos correr el riesgo de asignarlas indiscriminadamente, dejar a un lado cierta información (¡y simplificar de más!) y además, por más bien delimitadas que estén, se pueden traslapar.
En ciencias naturales, que se pensaría que por ser ciencias más "duras" que las sociales serían más objetivas, también pueden existir problemas al intentar clasificar un ser. Al no encontrar un lugar en donde clasificar un nuevo ser o entidad, se generan nuevas categorías taxonómicas. En literatura, podemos tener novelas románticas y novelas históricas, pero cuando un(a) autor(a) decide crear un relato que integre tanto una historia de amor como eventos históricos, necesitaríamos utilizar ambas categorías, generar una nueva clasificación o dejarla simplemente en el calificativo "novela", yendo a lo más general, para ser exitosos en nuestra clasificación. Como ven, las categorías no son objetivas y deben ser flexibles para ser verdaderamente útiles.
En sexualidad también existen categorías o maneras de delimitar los elementos que se relacionan con ella, buscando así generar una explicación concreta y fácil de comprender sobre la gran variedad de comportamientos, actitudes y características que presentan los seres humanos. Así reducimos la complejidad de lo que estamos tratando de explicar y todo se vuelve más sencillo, ¿no? O al menos eso parece a primera vista. Repasemos esto más a detalle para delimitar las ventajas y desventajas de clasificar en materia de sexualidad.
El uso de categorías en sexualidad
Obviamente, todos los seres humanos compartimos ciertas características sexuales al ser parte de una misma especie. Al decir que todos(as) tenemos rasgos en común, parece lógico pensar que las categorías o etiquetas pueden ser aplicadas a todos(as) indiscriminadamente. Por ejemplo, el sexo biológico de una persona puede ser etiquetado como "hombre", "mujer" o "intersexual", y se supone que no habría más variaciones, pues las categorías son lo suficiente amplias como para abarcar todas las posibilidades de sexo biológico en los seres humanos. Pareciera que, al menos para el "sexo biológico", este sí es el caso.
El grave problema de las clasificaciones o etiquetas en sexualidad es que a veces podemos ignorar ciertas peculiaridades de la persona en cuestión. Tampoco son perfectas pues a veces no son muy amplias y por si fuera poco, a diferencia de cuando clasificamos otros seres como animales o plantas, los seres humanos podemos oponernos a cómo estamos siendo clasificados. En muchas ocasiones, la clasificación o categorización en sexualidad puede limitar nuestra vivencia de la misma, generando prejuicios y estereotipos que lastiman la libertad e integridad de las personas.
Aunque el sistema clasificatorio utilizado en sexualidad es de los sistemas taxonómicos más flexibles que conozco, también presenta puntos ciegos, particularmente cuando cae en manos de personas que no están muy bien enteradas del tema. Lo preocupante es que para muchos(as) esto no es conocido y utilizan estas "categorías" sin saber el trasfondo. Esto me resulta particularmente relevante en relación con las clasificaciones sobre género y orientación sexual, pues somos presas fáciles de los prejuicios y estereotipos que mencioné con anterioridad. Además, solemos definir estas categorías de una manera extremadamente rígida y concreta, lo cual nos hace perder de vista que cada persona es única, y que puede vivir su condición sexuada como más le plazca.
Por ejemplo, en cuanto a expresión de género (es decir, cómo viven las personas al identificarse como masculinas, femeninas o una combinación de ambas), si una persona no cae en lo que la cultura reconoce como extremos de lo masculino o femenino, pueden haber problemas. Sólo pensemos, ¿cómo reaccionarías ante una persona con apariencia totalmente andrógina? Es muy común que la gente haga un gran, gran esfuerzo para incluirla en la categoría masculina o femenina (tal vez para saber como actuar a su alrededor o interactuar con ella) pero ¡aguas! Tal vez esa persona no se identifica con ninguno de esos dos extremos, sino con una combinación de ambos, o bien podría rechazar cualquier noción sobre lo que es masculino y femenino. Aquí aplica la de "si no sabes el género de una persona, ¡no hay problema! Trátala como UNA PERSONA, sin forzar una categoría u otra sobre ella.
En cuanto a orientación sexual, las personas tendemos a clasificar en homosexual, bisexual o heterosexual al otro. Y cada una de estas categorías viene acompañada de ideas preconcebidas al respecto de cómo "deben ser" y "actuar" las personas homosexuales, bisexuales y heterosexuales. Entre ellas destacan el que por ejemplo, las personas homosexuales se sienten únicamente atraídas hacia individuos de su mismo sexo/género, mientras que los heterosexuales hacia aquellos del sexo/género contrario.
Pero aquí les cuento un secreto: he perdido la cuenta de cuántas personas homosexuales (hombres y mujeres) me han dicho que prefieren presentarse a sí mismas como lesbianas o gays para evitar explicar que a veces, a ratos, pueden sentir atracción por personas del sexo contrario pero que no se identifican como bisexuales. Lo evitan porque esto puede confundir mucho a los otros, pues ¿cómo podría ser homosexual si no cumple con la definición de esta categoría al pie de la letra? Y lo mismo para personas heterosexuales: pueden llegar a sentirse atraídos románticamente por alguien de su mismo sexo, sin que esto transgreda la categoría con que se identifican pues puede ser sólo una eventualidad. Si el ser homosexual y sentirse de repente atraído por una persona del sexo contrario cancela la categoría "homosexual" y el ser heterosexual y sentir atracción por alguien del mismo sexo también lo saca del espectro de la "heterosexualidad" (eventos que son bastante comunes), nuestro sistema clasificatorio no funciona... Sólo si fuésemos más flexibles al respecto, podríamos evitar tantas confusiones.
A final de cuentas, un hombre identificado con el género masculino puede también poseer rasgos femeninos; una mujer que se identifica como heterosexual podría llegar a sentirse atraída románticamente por otra mujer sin que esto cambie como ella concibe su orientación sexual. Un hombre que se relaciona sexualmente con otro hombre no necesariamente tiene que identificarse como homosexual o bisexual ( si no me crees, pregunta en las prisiones donde es un fenómeno común). Las categorías pueden quedar cortas al momento de explicar la variabilidad del comportamiento humano, particularmente en el terreno de la sexualidad. Cada persona posee potencialidades y alternativas amplias, y no se limitan a lo que una clasificación puede denotar.
Sé que un mundo sin categorías es tristemente casi inconcebible... Está demasiado tatuado en nuestro conciencia colectiva. Pero tal vez nos beneficiaríamos más si usáramos las categorías de una manera menos inflexible, siendo además cuidadosos al aplicarlas. Y por "ser cuidadosos" me refiero a permitir a las personas definirse y construirse de la manera que cada quien desee o bien, que se abstengan de incluirse en una clasificación. Así, limitaríamos nuestros prejuicios y estereotipos, ejerciendo nuestro libre albedrío y respetando las decisiones de las demás personas. Así, viviríamos más en paz.
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8 de abril
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