Estar con Alguien, Estar Conmigo

Lucía de los Santos

Escrito por

Lucía de los Santos



Estar con Alguien, Estar Conmigo

Relaciones


Matrimonio

19 de junio del 2018


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A mi edad, que no es mucha ni es poca, "todo el mundo se anda casando". Y quien no se está casando, se está muriendo por conseguir con quién casarse. En muchas ocasiones son mujeres de mi edad (altos veintes), sin embargo veo también a muchos hombres un tanto ansiosos por "convertirse en cabezas de familia" (¡ahí disculpen el machismo implícito!). Y ahí van todos, corriendo al altar. Y ¿qué no se trata de eso la vida?

En nuestra sociedad la institución del matrimonio funciona desde hace tanto que no creo que nos parezca tan mala idea. En general la idealización del matrimonio es muy alta. Se concibe como el clímax del amor, se vive como el gran paso a la adultez, se vivencia como la trascendencia de dos familias. No bueno, ¡es lo máximo!.... Al menos, eso es lo que se piensa. Pero ¿qué pasa después de la boda?...

Obviamente las parejas que llegan a consulta no son las más felices. Sin algún estadístico que me avale, escribo desde lo que me toca ver y recibir en el consultorio (y derrepente, por la vida). En general me toca recibir muchas parejas infelices, conflictuadas, con problemas de comunicación, de negociación y, a veces, hasta de los más básicos, con problemas de respeto mutuo.

Entre que socialmente veo el rush y frenesí por el matrimonio, simultáneamente me toca ver el "crash & burn" de muchas relaciones. Y aunque no puedo mencionar las especificidades, pues "cada relación está compuesta por dos individuos y cada individuo es un mundo", si puedo notar ciertas generalidades.

1. Comprometidos "hasta la muerte".

Aunque en la definición es obvia, la repasamos por si acaso. El compromiso se define como " Acuerdo formal al que llegan dos o más partes tras hacer ciertas concesiones cada una de ellas." En otras palabras, en el compromiso ambas partes ceden. En el compromiso está implicada la libertad.

Por algún motivo, (casi siempre machista) se sobre entienden roles que se han de ejecutarse en un matrimonio. Es común que la expectativa de los roles o tareas esté dada por entendido, sin embargo, a la hora de la realidad, no se discuten ni se negocien. Esta es una de las problemáticas más frecuentes. Las relaciones positivas, felices y de crecimiento, tienen en común el compromiso mutuo. Ambas partes ceden, ambas partes negocian, ambas partes se comunican y ninguna obliga a la otra.

2. Sin comunicación, "ni a la vuelta de la esquina".

El problema que sea, en consulta, suele estar envuelto en un problema de comunicación que, de raíz, afecta todo entendimiento, toda probabilidad de comprensión y por efecto, de negociación y de compromiso. Así, sin comunicación lograr el compromiso en dónde "ambas partes hacen concesiones" se vuelve prácticamente imposible. En general observo que la mala comunicación tiene dos causas ultra obvias pero que nadie las ve. Una es "no saber hablar/decir lo que en verdad se quiere comunicar". La otra es "no saber escuchar".

No hay una solución sencilla más que la práctica de la escucha activa y la corroboración del mensaje, para asegurar una buena comunicación. Es importante que se den a la tarea, por más estructurado que suene, de comunicarse las expectativas de un matrimonio, de los roles y responsabilidades que se piensan cumplir y de lo que están dispuestos a ceder.

3. El saber estar solo para estar con alguien.

Por último, y en mi opinión, lo más importante, tiene que ver con el motivo de casarse. Al ver el "rush y el frenesí" que mencionaba, detengo a muchas personas cercanas a preguntarles "¿cuál es la prisa?" Y la respuesta no me deja de sorprender: "no me quiero quedar solo(a)". El miedo a la soledad es tan intrínseco y malentendido que termina por impulsar a las personas a comprometerse con las personas equivocadas por el simple hecho de no tener que tolerar la soledad.

No solo me parece de los errores más graves sino que creo que es la causal de fondo de muchos matrimonios fallidos. En mi opinión, el estar solo (física, mental y espiritualmente) nos ofrece un autoconocimiento superior. Es sólo en la soledad donde uno sabe realmente quién es y qué desea. Lo que puedo observar en las parejas felices es que son relaciones de dos individuos. Contrario a la concepción romántica de que "nos volvemos uno", las relaciones que parecen funcionar mejor, son las relaciones en donde ambas partes respetan la individualidad de cada uno.

Aquí, el meollo del asunto. Para que la individualidad de un sujeto sea respetada es necesario primero que exista, segundo que se valore y tercero que se ejerza. Así, en español: Los que saben ser felices solos, sólo se comprometen con aquellos que los hacen más felices, de otra forma se quedan solos y siguen felices, no se andan torturando en relaciones destructivas.

Sin pretender motivar o desmotivar al compromiso o a la idea del matrimonio, escribo sobre las temáticas y problemáticas más frecuentes. Me parece indispensable que cada persona, antes de comprometerse con alguien o a cualquier relación, debe de comprometerse con lo que es, quiere ser y desea. Sólo así pueden embarcarse en el compromiso de una relación de respeto por la individualidad, donde exista la negociación y trabajen con la comunicación para que exista el genuino compromiso y nunca se comprometa la libertad.

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