El Placer: La Ciencia del Sentir

Lucía de los Santos

Escrito por

Lucía de los Santos



El Placer: La Ciencia del Sentir

Erotismo


Placer sexual

19 de febrero del 2019


Share on Google+

Todos los conocemos. Todos sabemos muy bien cuáles son y las funciones que cubren. Desde antes de primaria, los niños los reconocen y los disfrutan. En la adultez, los solemos dar por asegurados y dejamos de asombrarnos de lo que nuestros cuerpos son capaces de hacer a nuestra experiencia de vida. Estamos hablando de los cinco sentidos: vista, olfato, gusto, oído y tacto. Los cinco sentidos nos ofrecen la oportunidad de contacto con el mundo. Es por medio de los sentidos que un sujeto es capaz de sentir, de vivir y de saberse vivo. Es sólo por medio de la consciencia de los sentidos que se vive el placer.

En el ejercicio de nuestra sexualidad todos los sentidos juegan un papel crítico. Desde el rol de género hasta la cama, los sentidos nos dictan los parámetros. Es por medio de los sentidos y la experiencia de placer y displacer que un sujeto decide entonces sus gustos, su estilo, su comida, su música, su ropa, sus actividades, hasta su pareja, sus sábanas y posiciones favoritas.

Curiosamente, en la adultez pareciera que dejamos de sentir. Sin saber la causal directa me atrevo a pensar que tiene que ver con varios factores. Por un lado considero que la prisa con la que vivimos limita de manera marcada la experiencia del sentir. No tenemos tiempo para estar sintiendo. Por otro lado, la cultura y la religión, nos suelen indicar que vivir buscando el placer "está mal". Algo así como si fuera pecado procurar el placer y debiéramos entonces inclinarnos al sacrificio. Así, existen muchas personas a las que buscar el placer les genera culpa. Igualmente, la cuestión de la atención consciente sobre nuestros cuerpos se va oxidando si no se practica y por lo regular, no nos damos a la tarea de detenernos a sentir.

En las relaciones sexuales, el que tiene prisa, culpa o se distrae, "pierde" (sin implicar que se compite). Es sumamente común que los problemas sexuales, así como las disfunciones (bajo deseo, anorgasmia, eyaculación precoz, disfunción eréctil, etc.), tengan, en su raíz etiológica, alguna falla en el sentir o en la consciencia de las sensaciones. Casos típicos: la persona que anda pensando en sus pendientes durante la relación sexual; el que cree que decirle a su pareja lo que le gusta, está mal; los que andan corriendo por el orgasmo que nunca llega.

La relación o actividad sexual, individual o en pareja debe, por si misma, ser placentera. La única forma en que una actividad sexual (consensual) sea placentera es que quién esté involucrado en ella, se envuelva en la experiencia de su presente. Para estar presente y estar conscientes del disfrute es indispensable volcar nuestra atención a nuestros sentidos.

Para poder estar atento a nuestros sentidos, nuestro cuerpo y nuestra mente deben de estar relajados. Es indispensable que en el contexto que sea, ambas personas se encuentren cómodas. Desde el lugar, el setting, la luz, el olor, la música o el silencio. (¡Ojo! Hay quién encuentre cómodo la casa de los suegros. Todo se vale). Una vez que se está en un contexto que permite la comodidad, entonces se puede relajar la mente y el cuerpo. Con esto, sólo tenemos que dejarnos sentir y dejar de pensar. Así de simple y sencillo como se lee, así. Ahora, en la realidad conseguir "dejar de pensar y enfocarnos en sentir", no es tan fácil como se lee.

Para poder lograrlo es necesario dominar nuestra atención. Decidir conscientemente qué vamos a pensar. Básicamente tenemos que decidir sentir y no pensar. La forma que he encontrado más efectiva es, pensar sobre lo que estamos sintiendo. En otras palabras, debemos llevar nuestro pensamiento a nuestros sentidos. Hacer pausas conscientes y detenernos a pensar exclusivamente sobre lo que se está sintiendo.

Pongamos el escenario de una pareja que se está besando y acariciando como parte de un juego previo. Es común que durante esta escena alguien esté pensando cosas como: "¿Me veré bien?", "¿Huelo bien?", "¿Me lavé los dientes?", " ¡Inga, no me depilé!", "Ya nos besamos mucho", "Ya sigue quitarle la ropa", "¿Me puse desodorante?", "Que no me agarre la lonja", "¿va a querer sexo oral?", "no sé si tengo ganas", "¿Y si no me vengo?", "¿me tomé la pastilla?", "¿Me traje condones?", etc. (Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia).

Hagamos el ejercicio del mismo escenario pero corrigiendo la atención a los sentidos. Una pareja se está besando y acariciando como parte del juego previo. Estas personas en lugar de divagar en futuros cercanos están presentes. Estas personas suelen estar pensando cosas como: "¡Qué ricos labios!", "¡Qué delicia de besos!", "Siento cosquillitas.", "Me dan escalofríos.", "¡Qué suave es su piel!" "¡Qué bien se siente su cabello en mis manos!", "¡bésame el cuello!", "¡Qué rico me toca!".

En el primer escenario, que es sumamente común, se está pensando en lo que el otro está pensando. La atención está sobre el juicio del otro, en el look and feel del otro. En el segundo escenario las personas están presentes y conscientes de lo que está sucediendo, de lo que están sintiendo, del disfrute y del placer generado. Es clave, para el sentir, estar presentes. No se puede sentir en el recuerdo o en la anticipación. Tampoco se puede sentir mientras se piensa en juicios externos (o internos).

El dominio de la atención sobre nuestros sentidos es una habilidad que se debe de practicar todos los días. En todos los contextos. Y así como todas las habilidades, se van entrenando, amaestrando, dominando, hasta que parecen naturales. Desde un postre delicioso hasta el orgasmo más satisfactorio, la experiencia del placer se construye a través de los sentidos y la atención con la que los disfrutamos.

¡Háblame Sucio!

Erotismo

¡Háblame Sucio!


La experiencia erótica se vive a través de todos los sentidos. Evidentemente la vista y el tacto parecen ser los más críticos pero, ¿qué onda con el oído? Desde el playlist

16 de abril

comentarios