La Pornografía: mainstream, feminista y alternativa

Lucía de los Santos

Escrito por

Lucía de los Santos



La Pornografía: mainstream, feminista y alternativa

Erotismo


Pornografía

12 de noviembre del 2017


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La pornografía es uno de los temas más complejos que me he interesado en estudiar. En el curso de dos artículos intentaré llevarles por mi revisión, empezando por aquí.

Existen demasiados debates alrededor de la pornografía. Hay opiniones encontradas desde la propia definición de pornografía y la línea que la separa del cine erótico. El debate ha sido histórico y no parece concluir. Siempre interrelacionado complejamente entre legislación y política, la pornografía y el cine erótico se amparan y se enraízan en el derecho de la libre expresión.

El debate sobre la definición de la pornografía parte de los elementos que hacen una producción audiovisual erótica o pornográfica, es decir: la imagen y su carácter explícito. También incluye a la definición de lo obsceno, la reacción en el espectador y la finalidad misma de la producción. Igualmente, las personas que lo producen, el guion, la cámara y la iluminación entran en este debate. Las respuestas cambian según el contexto cultural. Las definiciones varían según el lugar desde el que se postulen. Y sin conclusión seguimos.

En este panorama, en donde no logramos distinguir objetiva y universalmente la línea entre lo erótico y lo obsceno, la pornografía se sigue produciendo, distribuyendo, comercializando y consumiendo. Y estos cuatro procesos, a su vez, encierran también otros muchos debates como: el de los derechos de les trabajadores sexuales, la trata de personas, la visión heteropatriarcal sexista, racista y clasista, la reproducción de estereotipos y la violencia, y finalmente, las condiciones tecnológicas. En la distribución, entran debates el del internet como medio masivo de distribución, la industria y sus plataformas de difusión. Por último, todos estos debates derivan -sin muchas conclusiones- en la última pieza del eslabón: el espectador-consumidor.

El consumo puede parecer un punto particularmente polémico al ser considerado tema tabú. Pocas personas hablan libremente de lo que se consume y los números no son tan claros. Esto lleva a cuestionamientos sobre los tipos de consumidores, sus predilecciones temáticas, la finalidad y los efectos del consumo de este material. Los grandes estudios tienden a investigar los efectos nocivos en el consumidor desde la adicción y/o el consumo compulsivo hasta el impacto de la violencia de género sexualizada y las prácticas sexuales rígidas y estereotípicas que se consumen recurrentemente.

Por lo que podemos decir que prácticamente todos los elementos que competen a la pornografía están dispuestos a debate. Sin embargo, existen dos excepciones en el rubro del consumo que resultan determinantes para comprender problemáticas aún más profundas: el consumo de la pornografía como recurso estimulador para la masturbación y el efecto pedagógico involuntario que se genera a través de este consumo y muchas veces único medio de acceso a la educación sexual.

Por fortuna, ciertos productores, atendiendo estas dos premisas y partiendo de los debates feministas de la pornografía, han creado nuevas propuestas: nuevos pornos. Una nueva pornografía que educa con responsabilidad y que promueve el desarrollo erótico en todas las subjetividades de manera ética y sin dejar de lado los derechos humanos y sexuales de las personas involucradas. Estos nuevos pornos vienen a replantearnos debates enteros. Nos hacen ver con otros ojos lo que históricamente se ha entendido como pornografía y, ante todo, lo que determinamos como pornográfico en el colectivo imaginario. Son pornografías pensadas en personas distintas a el hombre blanco heterosexual y con esto se proponen nuevas representaciones sociales. Nuevos pornos para nuevos consumidores en nuevos contextos.

Actualmente estas nuevas propuestas buscan distinguirse de la pornografía mainstream y aunque no puedo englobarlas, destacan de éstas dos tipos: la feminista y la alternativa o independiente. A continuación me limito a distinguirlas sin presumir definirlas.

1. La pornografía mainstream.
La pornografía que se produce masivamente -casi toda en el valle de San Fernando, California- por la industria heteropatriarcal y se consume masiva y gratuitamente en internet. Es la pornografía más referencial en el imaginario colectivo aunque suele representar el deseo o la fantasía de un único individuo: el hombre blanco. Suele reproducir estereotipos de belleza, deseo y fantasía, así como de prácticas sexuales heteropatriarcales, falocentristas, racistas y clasistas. La mujer como objeto sexual utilizada por el único sujeto de deseo reconocido: el hombre. Fetichiza razas, etnias, clases sociales y en especial, la relación de poder donde la mujer es sometida y oprimida por medio de la erotización de la violencia de género. La máxima de sus expresiones es el sexo lésbico para el placer masculino. Representa actos sexuales que centran al pene como el protagonista del placer a tal punto que la historia suele concluir con la eyaculación. Las prácticas sexuales representadas son estereotípicas del placer masculino y no son propiamente naturales del cuerpo humano.

2. La pornografía feminista.
La pornografía feminista nace de intérpretes feministas que buscan la participación de la mujer en todos los rubros y eslabones de la producción pornográfica. Se distingue por cambiar el protagonismo del falo al placer de la mujer. La característica más general es el cambio en una narrativa con perspectiva de género. Se basa en el movimiento feminista sex positive que adopta la libración sexual de la mujer como parte íntegra de su emancipación. Promueve los derechos desde las trabajadoras sexuales y su libre elección hasta una paga justa y ética. Las producciones son feministas desde la narrativa, la fotografía, los emplazamientos de cámara hasta el montaje final. Las representaciones abarcan cuerpos y sexualidades diversas, relaciones de poder equitativas y suelen enfatizar el consenso desde el guion hasta la edición. El foco es el placer de las mujeres como sujetos activos de deseo. Toma en cuenta la salud sexual y reproductiva y suelen incluir prácticas de sexo seguro. Las prácticas sexuales representadas tienden a una mayor fidelidad a la respuesta sexual del cuerpo humano. Su comercialización es un tanto distinta debido a que la pornografía feminista nace de una industria feminista cuyo acceso es limitado y sus retos específicos. Es difícil encontrar pornografía feminista gratuita comparado con la pornografía mainstream. Este tipo de pornografía fomenta el comercio justo por lo que busca prevenir la piratería a través de contenido restringido con subscripciones o ventas directa desde sus propias páginas web. Esto con la única misión de fomentar el consumo responsable de clientes responsables que pagan pornografía responsable. El porno feminista, tiene un mercado feminista y así crea industrias feministas con el potencial de economías feministas.

3. La pornografía alternativa o independiente.
La pornografía alternativa toma en cuenta muchos, sino todos, los avances que ha logrado la pornografía feminista ofreciendo algo más. Proponiendo erotismo desde perspectivas subjetivas, las propuestas de estas producciones incluyen formas del arte digital. Otra creatividad se percibe desde formatos audiovisuales diferentes a los de la pornografía tradicional como el uso del diseño de audio y la herencia del videoclip musical además de otras plataformas del video arte. La pornografía alternativa propone otras rutas radicalmente distintas a la del imaginario colectivo. Respondiendo a consumidores responsables y éticos, pero visualmente exigentes, la pornografía alternativa establece un mercado de nicho. En esta pornografía, les productores son artistas que intervienen con todos los elementos de la producción y nos hacen cuestionar la línea del arte erótico y la obscenidad desde el arte. Juegan con los cuerpos, fetiches y fantasías; con los roles y las representaciones; con la sexualidad y los géneros. Erotizan el producto desde la estética y la audición más que concentrarse en las prácticas sexuales o eróticas representadas. Es una pornografía con principios feministas que busca expresarse por medio del cine y el arte.

Destaco que aún en las producciones más nuevas hay viejos vicios heteropatriarcales tanto en la industria y producción como en la representación y el producto. Aun así, la innovación en las propuestas de formatos y representaciones han traído consigo una revolución sexual y cultural que contempla otros sujetos, otros erotismos y otras sexualidades. Estas nuevas pornografías abren nuevas posibilidades, ampliando la expresión sexual en todas sus formas y retomando como foco el placer sexual como una experiencia esencialmente humana.

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