
Adicción a la pornografía: ¿Mito o realidad?
Está de más decir que el Internet ha revolucionado la vida de las personas. Todas y cada una de las dimensiones que competen a nuestra cotidianidad han sido influenciadas y trans
5 de febrero
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Esta es la segunda parte de mi revisión sobre la pornografía. En ésta me concentro en el uso más cotidiano del porno y su impacto pedagógico. Propongo a las “nuevas pornografías” como herramientas educativas y de intervención clínica, así como algunas formas de utilización.
Como mencionaba en la primera parte, uno de los aspectos indiscutibles sobre la pornografía tiene que ver con su consumo. El mismo mercado multimillonario de la pornografía hace innegable el alto número de consumidores o clientes. Aún cuando en casi todas las sociedades el consumo de la pornografía se mantiene privado -sino secreto-, sin reconocimiento ni claridad, las personas que admiten consumirlo también reconocen que lo hacen como estimulante en la masturbación o en las relaciones sexuales.
De manera íntima o en pareja, la pornografía se consume con fines de estimulación erótica. Esto despierta un especial interés por conocer aquello que se está consumiendo, lo que estimula a las personas y el efecto que tiene en los espectadores.
En la primera parte de este análisis distinguí las características de la pornografía mainstream. Siendo esta la más producida y -gracias al internet- la de mayor distribución y acceso gratuito, es la pornografía del imaginario colectivo, misma que se consume para producir placer erótico y sexual.
Ahora, la pornografía es por naturaleza una representación ficticia. Es ficticia en cuanto a que se actúa respondiendo a un guion y se recrea convencionalmente en una locación predeterminada. La mayoría de los sujetos adultos con educación sexual y/o experiencias sexuales positivas, suelen tener la capacidad para distinguir lo irreal de las fantasías representadas en la pornografía pero, ¿qué sucede cuando no hay punto de referencia? Los jóvenes, adolescentes y niños, así como adultos que carezcan de educación sexual o de experiencias sexuales positivas suelen tener mayor dificultad para distinguir las fantasías representadas en la pornografía mainstream como ficción.
La pornografía mainstream –estereotípica, dominante y repetitiva- tiene sin duda, un alcance superior a cualquier programa de educación sexual. Al ser preponderante en los medios, el mensaje heteropatriarcal y falocentrista se repite. La recurrencia del mensaje en todo lo que el sujeto entiende como sexualidad o erotismo parece producir en el espectador -sin educación sexual- expectativas, ideales y fantasías sexuales rígidas. Esta rigidez está vinculada a mayores problemas en el desarrollo sexual y erótico de las personas.
El espectador sin educación suficiente para establecer una comparación con otra versión de lo erótico, no conoce otro imaginario. Así la pornografía mainstream y su mensaje repetitivo parece instalarse en el sujeto como el único parámetro referencial del ideal erótico o sexual. La pornografía mainstream, entonces tiene el potencial de convertirse en un manual de prácticas sexuales y un catálogo de fantasías, generalmente sexistas, racistas y violentas.
Es común tanto en la sexología educativa como en la clínica encontrar los efectos nocivos del consumo de la pornografía. Vemos las secuelas en mitos y desinformación sobre el cuerpo, los genitales, la respuestas sexual, el placer, el orgasmo y las fantasías sexual. Se percibe también un impacto en las expectativas o lo que las personas consideran que debe de suceder en una relación sexual según un guion de porno mainstream, mismas que se vinculan a una inseguridad corporal y afectiva.
Otros efectos tiene que ver con el uso compulsivo y/o la dependencia; la culpa por el consumo de ciertas fantasías y el impacto social de perpetuar roles de género desiguales y sexualizar la violencia.
Tanto en la educación como en la clínica, los sexólogos tenemos que responder a estas consecuencias sin estigmatizar a la pornografía. Debemos ser jueces imparciales de la salud sexual de cada sujeto y promover su desarrollo erótico integral. Igualmente promover los derechos sexuales y reproductivos en todos los individuos y por tal, encontrar el potencial positivo de la pornografía para dicho sujeto (si es que lo hay). Particularmente en este momento que contamos acceso a nuevas pornografías que tienen posibilidades pedagógicas reparadoras y sanadoras se vuelve crítico conocerlas y estudiarlas.
Estas nuevas pornografías parecen ser particularmente sensibles a los efectos nocivos vinculados a la pornografía mainstream y buscan activamente contrarrestarlos. Por lo tanto, sugiero la pornografía feminista así como la pornografía alternativa, como herramientas para la psicoeducación sexual tanto en programas educativos formales como en el marco de las intervenciones clínicas.
En diversos espacios de educación formal, la discusión pedagógica de estas nuevas pornografías puede permitir análisis profundo, crítico y analítico de diversas temáticas. Específicamente en los programas de educación profesional de sexualidad, psicología, sociología, antropología, cine y arte, consideraría que son imprescindibles. En estos escenarios considero que debería de exponerse en clase y llevar una discusión guiada con todos los espectadores.
En países más avanzados, la materia de pornografía ya se imparte dentro las disciplinas de cine así como en programas de grado o postgrado de estudios de género o de la mujer.
En los programas de educación sexual, me atrevería a sugerirlo para cualquier programa que toque o trabaje el erotismo. Aunque en México estamos lejos, en Suecia -donde la edad consensual para las relaciones sexuales de 15 años- el programa nacional de educación sexual incluye a los 16 años una clase de revisión crítica de pornografía impartida por une pedagogo especialista. Esto quizá aún parece un sueño pero sin duda podemos utilizarlo como herramienta pedagógica dentro de otros programas de educación sexual como los programas de equidad de género y los de desarrollo erótico aunque debo enfatizar que cualquier programa de educación sexual general podría beneficiarse de esta herramienta. Igualmente, puede sino integrarse a un programa, sugerirse como herramienta sexualmente sana para consultar o consumir.
En la clínica, he encontrado particular utilidad en disfunción eréctil y la eyaculación precoz que tiene como causa primaria la ansiedad de desempeño. Igualmente, ha sido particularmente útil ante la presencia del trastorno de bajo deseo sexual o deseo sexual hipoactivo en la mujer.
En el caso del hombre suele servir como agente psicoeducativo. Las nuevas pornografías son más sensibles al erotismo subjetivo y tienden a ser mucho más fieles con la representación del cuerpo, de la respuesta sexual y del placer. Estas nuevas pornografías pueden ayudar a conocer sexualidades más amplias con representaciones más reales de cómo y qué hacen los cuerpos humanos, en una relación sexual. El hombre promedio suele preocuparse por cumplir normas de masculinidad y la pornografía mainstream ha rigidizado y estandarizado una única forma de masculinidad sexual. Las nuevas pornografías proponen también nuevas masculinidades sexuales que pueden liberar a muchos hombres que no se identifican con la pornografía mainstream.
En el caso de la mujer suele servir como estimulante erótico y educativo al mismo tiempo que funciona como una expresión de liberación y empoderamiento sexual. Estos nuevos pornos contienen propuestas narrativas y estéticas. Lejos del porno mainstream que suele violentarlas, estos pornos son en general más atractivos para la mujer. Puede ayudar en el proceso de (re)conocimiento de fantasías y factores estimulantes eróticos. Con representaciones corporales que reconocen, expresiones de placer conscientes y feministas la mujer promedio -que suele no masturbarse y no consumir pornografía- en este porno puede encontrar fantasías y formatos que mejor representen o estimulen su deseo. Cuerpos y actos sexuales que priorizar la exposición cuerpos y respuestas sexuales más auténticas ayudan a desmitificar el orgasmo femenino y a una mayor comprensión genital. Por este medio en el que la mujer tiene la posibilidad de exprimir la estimulación de su deseo y placer sexual se logra un empoderamiento sexual notorio que se asocia a una liberación sea esta psicoafectiva o de ideales y expectativas.
En estos y más formatos educativos y de intervención, las nuevas pornografías nos abren nuevas posibilidades de investigación y nuevos debates. La pornografía como industria, como producto cinematográfico o como estimulador erótico ha revolucionado la sexualidad y así la sexualidad y la sexología deben estudiarla a profundidad. Así como en todo lo demás, el acceso a internet y el mercado en línea han traído nuevos retos, pero también han creado posibilidades. Es nuestra obligación explorar las posibilidades de estas nuevas pornografías en la sexualidad.
Está de más decir que el Internet ha revolucionado la vida de las personas. Todas y cada una de las dimensiones que competen a nuestra cotidianidad han sido influenciadas y trans
5 de febrero
La pornografía es uno de los temas más complejos que me he interesado en estudiar. En el curso de dos artículos intentaré llevarles por mi revisión, empezando por aquí.
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